MADRID, España.- Carlos Tevez no se priva de los lujos que se puede permitir quien ha acumulado una fortuna de U$S 30 millones. El chico que creció en un piso minúsculo de Fuerte Apache, en Buenos Aires, ahora es el propietario de una mansión valorada en U$S 5,9 millones y su auto favorito es un Bentley GT Speed, que cuesta U$S 235.000. Pese a su nueva vida, su familia original es un lastre.

El crack no perdona a su madre, Fabiana Martínez, de haberlo abandonado cuando apenas tenía seis meses. A esa edad le cayó una olla con agua caliente y la cicatriz que le quedó en el cuello es otra de las causas de su timidez, publicó el diario español "El Mundo".

Todos los meses, Tevez envía a su familia biológica entre $ 3.000 y $ 5.000 para alimentos. Pero los que más se benefician de su condición de futbolista estrella ?de los 50 mejor pagados en el mundo- son Adriana y Segundo, los tíos que lo adoptaron y de quienes tomó el apellido. Al albañil y a la ama de casa les compró un departamento en Villa Devoto, para que pudieran dejar el descascarado edificio que ocupaban.

A sus hermanos adoptivos les pagó el viaje a Sudáfrica y las entradas para presenciar el Mundial. Cierta vez, Claudio, uno de sus hermanos de sangre, le recriminó que a la familia adoptiva la colmaba de regalos mientras que la otra tenía que conformarse "con 10 paquetes de arroz y de fideos".

En 2008, Juan Alberto, el único hermano biológico con quien mantenía una relación cercana, y su cuñado, Carlos Avalos, fueron arrestados por asaltar un blindado de la empresa Prosegur. El delantero les contrató un abogado, pero nunca más volvió a hablar con ninguno de ellos.

Juicioso con sus gastos ?al dinero se lo administra un asesor financiero-, lo que más anhela Carlitos es que los suyos lo vean como a una persona y no como al premio mayor de la lotería. "Si soy millonario es porque me rompo el culo trabajando todos los días y no le jodo la vida a nadie", sentenció el futbolista. (Especial)